
Te juro que si hubiese sabido que esto sería así, que duraría tanto y que sería tan desafiante, habría puesto las fichas en lugares diferentes. Quizás no me habría preocupado de comprar un saco de harina al que nunca supe encontrarle un lugar, o habría dado por sabático el año escolar de mis hijos honrando profundamente el trabajo de las y los profesores, habría soltado un montón de ataduras y esa esclavitud de “lo que debe ser”.
Pero no … eso solo ocurre cuando miras para atrás y haces los recuentos. Me vi como el señor verdugo del tiempo, esclava de la exigencia que me sigue repitiendo que aún no guardo la ropa de invierno y que dije que haría el domingo que pasó. Es que, como todos, creci en esta carrera donde detenernos a respirar y descansar, jugar y sentir no son actividades que quepan en el horario de adulto, perdiendo todo contacto con las necesidades de mi niño interno y con la infancia que me rodea, mis hijos de vientre o los de nuestro clan.
Y son estos recuentos lo que me obligan a parar y mirarlos jugar (y pelear por los legos). Comienzo a posponer el envío de esa planilla, del orden de la bodega que sé que debo hacer, convencida de que hoy no es importante y segura que lo que si lo es.
Que recuerden esta pandemia como un espacio de tiempo en la historia, lleno de emociones contenidas y olor a queque. De mas pijamas y menos tareas, de gozarlos porque están aquí sanos e inquietos, consciente que el tiempo existe y que alcanza, pero no para la organización si no para la priorización porque no … no puedes con todo Natalia, no puedes. Así es como me vi pegando papelitos que me hacen conectar, y recordar que olvide todo lo que debe ser, entendiendo que el aprendizaje viene del goce y las experiencias significativas, que con la presencia activa y amorosa bastará.
Por fin, entender que mientras más me esfuerzo menos disfruto y que serán niños solo una vez. Que la cuarentena terminará y no creo que seamos los mismos, pero volveré a caer en esta vorágine frenética mil veces y a salir de mi estado de calma en más ocasiones de las que me gustaría por esos temas supuestamente importantes, pero me tengo para volver a recordarme respirar, entender y conectar otras mil veces. Que te tienes a ti, que los tienes a ellos ahí hermosamente sanos, y que nos tenemos. Solo respira y míralos jugar.
Lo estás haciendo bien, confía.
Un abrazo amoroso
Natalia Alegria
Mujer, Madre de 4 almas
Profesora de Yoga y meditación para la infancia
Facilitadora de Mindfulness para la educación
Asesora de crianzas respetuosas
Terapeuta familiar
IG: @alma.yogainfantil
Cómo mujer te admiro, eres increíblemente preciosa en todas tus perspectivas, no soy mamá … aún! Pero cada vez que veo tus videos y post me inspiras lo que debo ser y hacer cuando lo sea, como terapeuta me siento tan orgullosa de ver cómo cada día mamás cómo tú se han vuelto tan secas y mateas para y por sus hijos y obviamente para y por ellas (madres), se me llena el corazón con estos temas, porque se la importancia de estos, debemos garantizar una infancia y madres sanas y amorosas, mis respetos para ti, por el gran aprendizaje que dejas y por el tremendo cariño que le pones a lo qué haces… una vez más mis respetos como profesional y cómo mujer ❤️
Gracias por este lindo espacio!
Que bella reflexión Natalia, comparto absolutamente lo que nos quieres transmitir. También soy mamá y son tan necesarias estas reflexiones, las cuales nos hacen poner la mirada en lo más importante;gracias por hacerla publica y pueda llegar a mas mujeres que enfrentamos lo mismo y esta vorágine no nos permite una pausa.